Una vez realizados los exámenes nacionales y publicadas las notas, todas las miradas se centran en una de las grandes decisiones de la vida: la educación superior. En este momento, hay que sopesar competencias y gustos, sin olvidar que una titulación universitaria es el camino hacia una profesión.
En primer lugar, si te encuentras en este dilema, debes saber que no es grave ni estás solo. De hecho, es una cuestión habitual en las consultas de los psicólogos. “Nosotros trabajamos mucho con este tema”, comenta la psicóloga Sara Neves, quien reconoce que los jóvenes deberían disponer de más tiempo “para explorar áreas a largo plazo” en la enseñanza secundaria, como ocurre de manera sistemática en otros países.
Este problema afecta especialmente a los alumnos con perfiles más homogéneos. ¿Sabes quiénes son? “Hay dos perfiles de estudiantes: unos más heterogéneos, con inclinaciones marcadas hacia un área —por ejemplo, aman la lectura, son muy creativos, destacan en idiomas y flojean en matemáticas—”, explica el psicólogo clínico y terapeuta familiar Rui Martins.
“Luego está el perfil más homogéneo, con aptitudes equilibradas para todas las áreas, y que tiene más dificultad para elegir porque no hay ninguna materia que sobresalga ni positivamente ni negativamente”, añade el especialista. Sin embargo, no temas: existen herramientas para descubrir qué camino seguir.
No basta con el nombre. Analiza los planes de estudio
Quien debe decidir qué carrera cursar debería preguntarse: ¿qué quiero estudiar y qué quiero hacer en el futuro? Por ello, “lo primero es conocer bien los propios estudios”, ya que “hay mucha gente que elige de forma muy abstracta, sabe muy poco sobre la carrera o su plan de estudios”, señala Rui Martins.
Esto implica visitar las páginas oficiales de las facultades y examinar el currículo de cada titulación, para entender si incluye asignaturas que te interesen.
Si, por ejemplo, te atrae más lo humanístico que los números, no será mala idea comprobar si el plan de estudios contiene demasiadas asignaturas de matemáticas. De hecho, los expertos consultados por Doutor Finanças coinciden en que es crucial optar por una carrera que te guste en términos generales; de lo contrario, la insatisfacción podría derivar en burnout o depresión en el futuro.
“Claro que no existe una carrera en la que solo estudies cosas que te apasionen. A lo largo de la titulación habrá asignaturas que no te gusten, pero el recorrido será muy difícil si te encuentras con muchas materias que no encajan con tus competencias”, explica Rui Martins.
Al analizar la carrera, ten en cuenta si prefieres un enfoque más práctico o más teórico, pues hay titulaciones de ambas vertientes según la institución de educación superior que elijas.
“Los institutos politécnicos no son de segunda categoría frente a las universidades. Ofrecen estudios profesionales”, recuerda Sara Neves, que advierte de la necesidad de “desprenderse de los grandes títulos, como ‘ingeniero’ o ‘doctor’. Debe producirse un cambio de mentalidad”. Por tanto, no elijas lo que desees parecer, sino aquello en lo que quieras convertirte y ejercer como profesional.

¿Te sientes cómodo con tu futura profesión?
Puedes disfrutar mucho de una carrera y luego no sentirte a gusto en el ejercicio profesional. Esta desconexión es habitual, sobre todo en estudios muy teóricos. Por ejemplo, puede que te encante cálculo y álgebra, pero luego no te veas cómodo en el día a día de un ingeniero civil o naval.
Por ello, infórmate todo lo posible sobre la profesión. Hay algunas facultades y empresas (aunque no muchas) que ofrecen experiencias de “job shadowing” de un día o unas horas, en las que puedes acompañar a profesionales en sus tareas. También puedes “hablar con padres, amigos o directamente con las empresas para ver si existen estos programas”, aconseja Sara Neves.
Por otro lado, no cedas ante la presión familiar. Recuerda que el trabajo y los estudios serán tuyos. “En algunas familias existe una presión inconsciente para que el joven ayude en el negocio o siga el legado, lo cual es más una carga emocional”, alerta la psicóloga, que subraya la importancia de que cada persona se explore a sí misma, independientemente de su entorno.
Plataformas vocacionales y tests psicotécnicos
Si sigues con dudas, existen otras herramientas. Hay plataformas online que sugieren profesiones y, por tanto, carreras. La más usada en Portugal es Design the Future, donde haces un cuestionario y te muestran las 10 profesiones más afines a tu perfil.
Si estudias en un colegio privado —especialmente internacional—, comprueba si utilizan Unifrog, una plataforma similar que requiere registro previo y ciertos requisitos.
Ten en cuenta, no obstante, que ninguna de estas webs sustituye un test vocacional oficial; son meras ayudas. Si persiste la indecisión, busca apoyo profesional.
Un psicólogo puede asistirte no solo mediante la entrevista, sino también con tests psicotécnicos, que evalúan habilidades cognitivas, emocionales y comportamentales en contextos de orientación profesional o selección de personal.
“Los tests psicotécnicos miden dos aspectos: intereses —qué te gusta hacer, tus disciplinas favoritas—, una fase más “organizarizadora” que no aporta gran novedad; y competencias —evaluadas con tests formales—, que son las más relevantes”, explica Rui Martins.
Al acabar, obtienes un perfil que indica si tu vocación es más burocrática, artística, de interiores o de trabajo al aire libre, concluye el psicólogo.
Pero no esperes una “respuesta mágica”: “Tras los tests mucha gente busca una salida única y acaba decepcionada”, añade. Por ello, tras estas pruebas suele haber una segunda fase de asesoramiento para concretar carreras, universidades y asignaturas, junto al psicólogo.
¿Cambiar de carrera o tomarse un año sabático?
Si nada funciona, hay dos opciones: pasar un año en un proceso de autodescubrimiento (no confundir con “estar de vacío”), o lanzarte a la universidad y, si al año te das cuenta de que no encaja, cambiar de estudios.
En el primer caso, “puedes dedicar 12 meses al voluntariado o a prácticas, o combinarlo con psicoterapia para conocerte mejor”, sugiere Sara Neves. Si prefieres arriesgar, mentalízate de que no es un fracaso si a los 12 meses decides cambiar de carrera. Lo verdaderamente negativo es arruinar tu salud mental al permanecer años en algo que detestas.
“Si un joven toma una decisión consciente y ve en el primer año que no es lo suyo, no es un fracaso; perder un año de exploración no es tan desorganizador como arrastrar un curso que aborreces”, subraya Rui Martins. “Lo que no debe hacerse es continuar hasta el final en algo que no te gusta, porque eso genera más problemas”.
¿Salir de casa de tus padres? Otro gran reto
Puede parecer secundario, pero no lo es. Más allá de elegir carrera y universidad, debes anticipar otro gran cambio: vivir lejos de tu hogar si la facultad está en otra ciudad.
“Nos centramos en qué estudiaré y en qué universidad estaré, pero pocos reflexionan sobre los desafíos de dejar la casa de los padres. Para muchos estudiantes, este es el mayor reto y hay incluso quien abandona por procesos depresivos”, advierte Rui Martins.
Por eso, “hay que planificar dónde vivir y, en los primeros meses, mantener mucha cercanía con la familia”. Concretamente, “los alumnos deben volver a casa con regularidad, los padres llamar con frecuencia y estar atentos a cambios de ánimo o conducta”.
Para evitar un ciclo depresivo, el especialista recomienda esforzarse en equilibrar la vida social y académica: “En el primer año hay que compaginar el rendimiento con la parte social: asistir a eventos, actividades deportivas o grupos de interés, vincularse a la asociación de estudiantes… Y no olvidar el apoyo psicológico, dentro o fuera de la universidad, si se necesita”.